Rellenar cuestionarios tiene un efecto sedante sobre mí. Confieso sentirme extrañamente serena al saber las respuestas a todas las preguntas, no por sentirme como una sabelotodo sino porque por un instante, el mundo es perfecto. Cabe. Encaja. No hay dudas, sólo certezas.
Se me pasa rápido, cuando me doy cuenta de que estoy en la oficina de correos rellenando formularios par asegurar todos los envíos de collares… pero nadie me puede quitar ese instante de plenitud.
Cuando me siento angustiada por lo que sea, rellenar espacios me calma: ya sean crucigramas, dedicarme a pintarrajear los huecos de las letras del periódico o intentar responder a todas las preguntas de un cuestionario. Así llegué al Cuestionario de personalidad que en su día rellenó Marcel Proust, a quien sospecho también le entusiasmaba serenar su angustia encontrando respuestas a otras cosas, y encontré esta joya en respuesta a cuál era su color favorito:
«La belleza no está en los colores, sino en su armonía»
Felicidad. Por fin lo entiendo. Una angustia menos :)
Pensamiento Divergente
¡Qué curiosas algunas respuestas de Proust! . ¡A mí también me gusta responder y rellenar cuestionarios!
Tal es así , que cualquier gestión familiar que contenga rellenado de papeles me lo dan a mí .